martes, 7 de mayo de 2013

Un ruiseñor caraqueño

Aquiles Nazoa fue un ensayista, poeta, dramaturgo, periodista y humorista muy querido por los venezolanos. Nació el 17 de mayo de 1920 en un barrio popular de Caracas llamado El Guarataro, con una familia de bajos recursos económicos. Empezó a trabajar en el diario caraqueño El Universal hacia 1935, después de un tiempo trabaja tipografía y corrección de pruebas en este mismo diario. En 1938 tuvo un puesto como guía en el Museo de Bellas Artes. En Puerto Cabello hizo un artículo criticando la indiferencia del gobierno local en la eliminación de la malaria, que lo llevo a tener una demanda del Concejo Municipal y eso lo condujo a la cárcel en 1940.
Luego de su liberación regresó a Caracas y siguió trabajando en el diario El Universal haciendo diferentes artículos de prensa. Escribió obras inolvidables como El Ruiseñor de Catuche y Marcos Manaure; Caracas, física y espiritual; Cuba, de Martí a Fidel Castro; La vida privada de las muñecas de trapo. En 1960 el gobierno de Rómulo Betancourt clausura su revista Dominguito.  En los años 70 tuvo un programa televisivo llamado las cosas mas sencillas. Muere el 25 de abril de 1976.
 En otra oportunidad colgaré en mi blog su declaración poética conocida como El Credo de Aquiles Nazoa, mientras tanto publico este poema humorístico que es el tercer seleccionado para mi tarea de Castellano y Literatura.


EN CARACAS CADA DIA
SE SUICIDA UN POLICIA

¿Qué ocurre en este Distrito,
qué diablos es lo que pasa
que a cada rato en su casa
se pega un tiro un rolito?

¿Qué ocurrirá en la ciudad
que a cada instante un rolito
pega el salto de tordito
por su propia voluntad?

Tal vez parezca simpleza
que yo sobre el caso escriba,
pero es que a mí, con franqueza,
me alarma esa lavativa.

Pues ellos, sin eufemismos,
raspan hasta al Justo Juez,
pero, ¿rasparse a sí mismos?
¡Esta es la primera vez!

Y es lo más raro, lector,
de tan extraña manía,
que todos, ¡quien lo diría!
se suicidan por amor.

Rolito que oye el rún rún
de que no lo quieren bien,
rolito que viene y ¡pún!,
se mete un tiro en la sien.

Y siguiendo esa tendencia
tan nefasta, pobrecitos,
ya van como seis rolitos
que se quitan la existencia.

Cuando a uno lo están robando
siempre hay alguien que previene:
-El policía no viene
porque se está suicidando.

Así, pues, lector, sugiero
que proclamemos a gritos:
- ¡Ah caramba, compañero,
se rajaron los rolitos




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