Cuando uno de mis hermanos tenía mi edad, leyó la crónica de Gabriel García Márquez llamada El relato de un naufrago y cuando terminó de leerlo escribió en la última página: "Este libro da sed". Tiempo después leí el mismo libro y tuve las mismas sensaciones que mi hermano. Me gustó tanto esta obra que se convirtió en una de mis favoritas.
Una pequeña, y a la vez, gran antología de experiencias, cuentos, lecturas y hasta sentimientos tanto míos como de las personas que habitan en nuestro colosal multi-verso. Lectora, escritora, bailarina y fotógrafa♥ Laura Soto. 17 años
martes, 17 de septiembre de 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
"El cuerpo expresa lo que las palabras no pueden decir"
Otra de mis pasiones además de leer, es bailar danza clásica. Este entusiasmo empezó cuando era pequeña porque mis padres me llevaron a el teatro Teresa Carreño (uno de los más importantes de mi país), a disfrutar de una exhibición de ballet. Desde ese momento quise ser bailarina.
Hace poco investigué sobre una gran bailarina y coreógrafa llamada Martha Graham, ella nació el 11 de mayo de 1894 en Pittsburgh, Estados Unidos y aunque se interesó en el baile desde muy pequeña empezó a practicar profesionalmente a los 22 años. En 1926 creó su propia compañía donde reflejaba danza moderna. Su última presentación de danza llegó a finales de los 60, y después de eso se enfocó en la coreografía. Algunas personas dicen que aunque hay poco registro de sus bailes, éstos son más memorables que su trabajo como coreógrafa. Martha continuó trabajando en el arte hasta que en 1991 murió por causas naturales a los 96 años en Nueva York. En 1998, la revista TIME, la nombró "Bailarina del Siglo", y una de las personas más importantes del siglo XX.
Algunas frases que disfruto mucho de esta maravillosa bailarina son:
"El ballet es una canción del cuerpo tanto de alegría como de dolor"
"La danza es el lenguaje secreto del alma"
"Los grandes bailarines no son geniales por su técnica, son geniales por su pasión."
"El cuerpo expresa lo que las palabras no pueden decir."
Hace poco investigué sobre una gran bailarina y coreógrafa llamada Martha Graham, ella nació el 11 de mayo de 1894 en Pittsburgh, Estados Unidos y aunque se interesó en el baile desde muy pequeña empezó a practicar profesionalmente a los 22 años. En 1926 creó su propia compañía donde reflejaba danza moderna. Su última presentación de danza llegó a finales de los 60, y después de eso se enfocó en la coreografía. Algunas personas dicen que aunque hay poco registro de sus bailes, éstos son más memorables que su trabajo como coreógrafa. Martha continuó trabajando en el arte hasta que en 1991 murió por causas naturales a los 96 años en Nueva York. En 1998, la revista TIME, la nombró "Bailarina del Siglo", y una de las personas más importantes del siglo XX.
Algunas frases que disfruto mucho de esta maravillosa bailarina son:
"El ballet es una canción del cuerpo tanto de alegría como de dolor"
"La danza es el lenguaje secreto del alma"
"Los grandes bailarines no son geniales por su técnica, son geniales por su pasión."
"El cuerpo expresa lo que las palabras no pueden decir."
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Muchos mundos en el mundo de Eduardo Galeano
Eduardo Galeano es uruguayo. Escribió Las Venas Abiertas de América Latina y otro pocotón de libros, en una entrevista que le hicieron dijo muchas cosas sobre los libros, los cuentos escritos, los cuentos que cuenta la gente, la lectura, su amigo el novelista Juan Carlos Onetti y los piropos que le han dicho.
“Tuve una infancia muy marcada por la influencia de Salgari. Después supe quién había sido ese hombre que me invitó a viajar por el mundo, gracias a él yo conocí los siete mares –cuenta–. Me presentó a sus amigos, todos productos de su imaginación. Años después supe que este hombre nunca se había movido, no había ido a ninguna parte, pero viajó a todas, y me invitó a acompañarlo. Siendo yo chiquito, conocí los muchos mundos del mundo”. “Lo más importante que en mi vida aprendí de la literatura proviene de aquellos libros de infancia, de los viajes de Salgari, y después los cafés de Montevideo”, asegura también. “Allí había narradores orales, verdaderos maestros en el arte de contar una historia, de tal manera que lo que se contaba volviera a ocurrir cuando era narrado. Esta era una victoria sobre la muerte: el arte de la resurrección.”
–A pesar de que suele narrar sus textos en público, hacerlo frente a una cámara, con reglas de documental, habrá sido una experiencia diferente. ¿Le resultó fácil la tarea?
–Fue una experiencia lindísima, como las lecturas en público, siento el vaivén de la respiración de quienes reciben las palabras, aunque en el caso de las grabaciones el público es intangible y está lejos, pero yo lo siento ahí nomás, cerquita. De todos modos, ya dos series de grabaciones han sido suficientes, estoy feliz pero cansado. Necesito buscar refugio en mi casa, lejos de las cámaras, un refugio hecho de paredes de papel, papeles en blanco que exigen las palabras por mí prometidas, y que sean escritas a mano, de puño y letra.
–Dice que los narradores ejercen “el arte de la resurrección”, haciendo que lo que narran vuelva a ocurrir cuando es narrado. Es un hermoso piropo para un narrador. Y usted, ¿cuál fue el piropo más lindo que recibió?
–En la feria de mi barrio de Montevideo, una viejita: “Usted pinta escribiendo”. Quise agradecerle de rodillas, pero por suerte evité el papelón. En realidad, yo siempre quise ser pintor, no escritor, y por eso me emocionó la frase. Me gustaría que el lector pudiera ver lo que cuento, personas, paisajes, colores, sombras, y hasta le diría que me gustaría que mis palabras fueran capaces de tocar a quien las lea, palabras tocantes y tocadas, palabras queridas y querientes.
–Seguramente esta serie abre sus relatos a otro público, diferente al del libro. ¿En qué público piensa como receptor?
–Las palabras dichas y las palabras escritas quieren multiplicarse dentro de quien escucha o lee. Son diferentes formas de comunión entre el autor y el lector, que después cobran vida propia. Sea como sea, palabras dichas o escritas, salen de mí para entrar en otros, o en otras. Yo no escribo para mí. Esta fue la única bronca que recibí de mi maestro Onetti, que decía y repetía que él escribía para alguien que se llamaba Onetti. Yo cometí el atrevimiento de proponerle que me diera sus originales y yo se los mandaría por correo, a su nombre y dirección. Nunca lo vi tan enojado.
Tomado de: Entrevista a Eduardo Galeano “Me gustaría que el lector pudiera ver lo que cuento”. En la página web rebelion.org
“Tuve una infancia muy marcada por la influencia de Salgari. Después supe quién había sido ese hombre que me invitó a viajar por el mundo, gracias a él yo conocí los siete mares –cuenta–. Me presentó a sus amigos, todos productos de su imaginación. Años después supe que este hombre nunca se había movido, no había ido a ninguna parte, pero viajó a todas, y me invitó a acompañarlo. Siendo yo chiquito, conocí los muchos mundos del mundo”. “Lo más importante que en mi vida aprendí de la literatura proviene de aquellos libros de infancia, de los viajes de Salgari, y después los cafés de Montevideo”, asegura también. “Allí había narradores orales, verdaderos maestros en el arte de contar una historia, de tal manera que lo que se contaba volviera a ocurrir cuando era narrado. Esta era una victoria sobre la muerte: el arte de la resurrección.”
–A pesar de que suele narrar sus textos en público, hacerlo frente a una cámara, con reglas de documental, habrá sido una experiencia diferente. ¿Le resultó fácil la tarea?
–Fue una experiencia lindísima, como las lecturas en público, siento el vaivén de la respiración de quienes reciben las palabras, aunque en el caso de las grabaciones el público es intangible y está lejos, pero yo lo siento ahí nomás, cerquita. De todos modos, ya dos series de grabaciones han sido suficientes, estoy feliz pero cansado. Necesito buscar refugio en mi casa, lejos de las cámaras, un refugio hecho de paredes de papel, papeles en blanco que exigen las palabras por mí prometidas, y que sean escritas a mano, de puño y letra.
–Dice que los narradores ejercen “el arte de la resurrección”, haciendo que lo que narran vuelva a ocurrir cuando es narrado. Es un hermoso piropo para un narrador. Y usted, ¿cuál fue el piropo más lindo que recibió?
–En la feria de mi barrio de Montevideo, una viejita: “Usted pinta escribiendo”. Quise agradecerle de rodillas, pero por suerte evité el papelón. En realidad, yo siempre quise ser pintor, no escritor, y por eso me emocionó la frase. Me gustaría que el lector pudiera ver lo que cuento, personas, paisajes, colores, sombras, y hasta le diría que me gustaría que mis palabras fueran capaces de tocar a quien las lea, palabras tocantes y tocadas, palabras queridas y querientes.
–Seguramente esta serie abre sus relatos a otro público, diferente al del libro. ¿En qué público piensa como receptor?
–Las palabras dichas y las palabras escritas quieren multiplicarse dentro de quien escucha o lee. Son diferentes formas de comunión entre el autor y el lector, que después cobran vida propia. Sea como sea, palabras dichas o escritas, salen de mí para entrar en otros, o en otras. Yo no escribo para mí. Esta fue la única bronca que recibí de mi maestro Onetti, que decía y repetía que él escribía para alguien que se llamaba Onetti. Yo cometí el atrevimiento de proponerle que me diera sus originales y yo se los mandaría por correo, a su nombre y dirección. Nunca lo vi tan enojado.
Tomado de: Entrevista a Eduardo Galeano “Me gustaría que el lector pudiera ver lo que cuento”. En la página web rebelion.org
Suscribirse a:
Entradas (Atom)